Andaba yo esta mañana reflexionando sobre algunos comentarios que suelo escuchar últimamente en distintos lugares:
"Los políticos son todos unos ladrones", "no me creo nada de los políticos", "los sindicatos son todos unos vendidos", "los de izquierdas son unos sectarios", "los funcionarios son unos vagos", "los profesores viven muy bien, habría que quitarles las vacaciones", "¿otra huelga?Siempre están igual...", "deixa'm a mi i veuràs que ràpid acabo amb tots aquests corruptes"... etc, etc, etc...
Mucho cuidado, que no hay nada perfecto en el mundo, y menos en este que nos ha tocado vivir, pero peor estaríamos sin "este" mundo. Es evidente que muchas cosas funcionan muy mal o podrían funcionar mucho mejor; está claro que hay mucha gente que se aprovecha de los demás (no sólo en política) para sacar beneficio propio; es por todos sabido que la humanidad debería haber creado ya a estas alturas mecanismos para evitar multitud de situaciones injustas que se acumulan en nuestras conciencias, pero también debemos reflexionar profundamente y ver que es inherente a la condición humana la imperfección, así como el avanzar para luego retroceder, para más tarde seguir avanzando. Así funciona la vida y así aprendemos todos. Nacemos en "tabula rasa" como decía Locke, y en base a la experiencia crecemos, nada de lo conseguido hasta ahora por la humanidad es en sí mismo perfecto, inmejorable o indestructible. Me parece que buscar la perfección mejorando en lo que ya se ha avanzado es el camino, pero poner de nuestra parte para destruir no debería hacernos sentir bien o por lo menos no debería sentar las bases de nuestra percepción política. En todo caso creo que hay que evitar en la medida de lo posible dar representación política a todos aquellos ciudadanos, que no son pocos, que antes de analizar en profundidad la raíz de las situaciones, se enzarzan en demoler todo lo que encuentran a su paso. Y es que hace mucho tiempo que veo latente en la sociedad española un sentimiento muy próximo a todo esto de lo que estoy hablando, antesala de la creación de un partido de extrema derecha populista, que no tardará en aparecer. Esperemos que la racionalidad se imponga y no tengamos que vernos ante esta situación tan peligrosa e indeseable.
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