jueves, 12 de noviembre de 2009

Si eres un buen patriota catalán da igual lo que hagas.

Hacía bastante tiempo que no me daba por escribir por estos lares. La falta de tiempo no es excusa y es más la pereza y el hecho de haber acabado muy "quemado" con la acividad política activa lo que me ha llevado a olvidar este pequeño espacio de reflexión personal. El problema es que como método de desahogo ante las tropelías de nuestro mundo, la política en activo juega un papel muy potente y la sensación de culpa por no poner mi granito de arena para construir una sociedad mejor para las generaciones venideras, se va acumulando y, de momento, aunque sólo sea por lavar mi conciencia, he decidido retomar un poco este blog, siempre partiendo de la base que me llevó a crearlo, que no es otra que el activismo político en pos de la creación de un movimiento potente de izquierdas claramente no nacionalista.
Y la gota que ha colmado el vaso de mi paciencia y de mi conciencia han sido los últimos episodios de corrupción en Cataluña. Todo empezó no hace mucho tiempo con la "maragallada" del 3%, y ahora ha seguido con el caso Millet, Santa Coloma, Alavedra, Prenafeta y tantos otros desconocidos que se han lucrado de forma ilícita utilizando sus cargos de poder para engrosar sus cuentas privadas y para ya de paso fomentar el radicalismo nacionalista en cualquiera de sus vertientes asociativas existentes. Y lo peor de todo es que aún tenemos que escuchar que es un ataque de España al catalanismo, y en esas seguimos, si eres un buen patriota catalán da igual lo que hagas, porque tu respondabilidad individual, tus buenas o malas acciones no importan si defiendes la tribu. Eso lo justifica todo, eso lo aguanta todo, y en esas estamos... ¿hasta cuando?
¿Hasta cuando vamos a aceptar esta visión atrasada, antigua y trasnochada de la vida en sociedad? Creo que ya toca que salgamos a defender lo obvio, lo natural y lo moralmente aceptable, y que empecemos a juzgar a alguien por correcto o incorrecto dependiendo de las actitudes que tome diariamente y por lo que de ellas se deriven en una escala de valores generalmente aceptada y no por el sitio de donde provenga, por la lengua que hable o del poder y la influencia de que disponga...
Seguimos en la brecha, ¡no pasarán!

1 comentario:

Anónimo dijo...

no estás sólo, somos muchos los que queremos un partido sin nacionalismo pero que defienda las libertades... sin dejarse llevar pro el juego de los mitos.